El
periodista Ignacio Escolar escribe hoy en el diario.es: “Es infame
la instrumentalización de los muertos que está haciendo la derecha…
No tienen escrúpulos”. Para no ser acusados de parciales también
reconocemos que ha habido algunas, muy pocas y puntuales, reacciones
ecuánimes por parte de algunos representantes de los partidos
conservadores, como las de Rocío Monasterio y Esteban González
Pons. El resto, “infame instrumentalización” de las víctimas,
involuntariamente cubiertos sus féretros de banderas e himnos. La
derecha medra desde la necrofilia patriótica. Por otra parte el
Gobierno de la izquierda, cuanto menos, debería de renunciar a la
altanería y a la prepotencia, y actuar con humildad y empatía.
Y
los carlistas, en plena pandemia del Covid-19, ya hemos tenido en
nuestra filas la primera víctima de esta manipulación política en
la memoria ideológica, el testimonio de su vida y el legado político
de María Teresa de Borbón- Parma. Contra todo pudor y respeto a la
fallecida fue su hermano Sixto el primero en anunciar su muerte.
Posteriormente encargó un funeral en Madrid en el cual no
participó, y que se ofició por el rito lefrebviano y pre-conciliar,
cuando nuestra Infanta siempre ha sido una ferviente hija de la
Iglesia Católica. Por último, asistió a las exequias de cuerpo
presente de la fallecida celebradas en la iglesia de
Notre-Dame-des-Champs de París.
No
cabe mayor instrumentalización por parte de tan infausto, obscuro e
indeseable personaje. Sixto estaba expulsado de la familia
Borbón-Parma desde hacía décadas, desde noviembre de 1975, por su
padre el viejo Rey Javier; también la propia doña Magdalena
desheredó a sus hijos Carlos-Hugo, María Teresa, María Cecilia y
María de las Nieves, pero no a Sixto y a María Francisca. Aún
cuando sabía que su presencia no era deseable, asistió Sixto a la
Eucaristía por su hermana en París; pero él mismo, en 1984, en un
gesto de caridad cristiana que le retrata, impidió la entrada de
sus hermanos en Lignières para que pudieran despedirse de su madre;
triste recuerdo es la imagen de los hermanos Borbón-Parma en la vía
pública viendo pasar el féretro de doña Magdalena. Desde hace
muchos años no hay ni una sola foto de cualquiera de los miembros de
la familia Borbón-Parma junto a Sixto, ni ha asistido este hermano a
ninguna de las ceremonias públicas de la familia, entre ellas las
diferentes exequias y actos conmemorativos por el fallecimiento de
Don Carlos Hugo. Era un proscrito de los Borbón-Parma. Y es más que
suficiente con recordar los asesinatos de Montejurra 76 en los que
estuvo directamente implicado Sixto de Borbón.
No
tienen ningún escrúpulo ético y moral los partidarios de Sixto en
manipular las biografías de doña María Teresa que circulan por las
redes sociales. Ni en reproducir en sus medios los escritos de
homenaje y recuerdo del Jefe de la Dinastía, Don Carlos Javier de
Borbón-Parma. Cual intérpretes de los designios divinos, en su
bajeza moral, han llegado a escribir: “Dios perdone a doña María
Teresa”. Para su fines no solo manipular la memoria de la Infanta,
instrumentalizan al propio Dios.
Por
parte del tradicionalismo moderado, la ignorancia y el silencio han
sido la respuesta a la desaparición de la Infanta. Únicamente, que
se sepa, un cruzado del ecumenismo, actualmente en la retaguardia
pero con una importante influencia política subterránea, ha
manifestado su opinión, tan irrespetuosa y grosera, como lacónica:
la muerte de María Teresa, “una pena que no es pena”. Desde su
estrecha concepción de la misericordia cristiana y, también, desde
su ilusionismo político, hasta celebran la desaparición de la
Infanta que, junto con su propio sobrino Don Carlos Javier de
Borbón-Parma, en todo momento y circunstancias se han mantenido
fieles al legado político e ideológico de Don Javier y de Don
Carlos Hugo.
Contrastan
estas actitudes con el respeto, reconocimiento y hasta admiración de
personajes públicos, que no militan en nuestras filas, y han
manifestado su pesar y recuerdo por la desaparición de la Infanta.
Desde Enric Juliana a Carlos María Bru. Pero, tal vez, el breve tuit
de Carles Puigdemont - “era una persona sabia, culta y dialogante”-
haya sido la necrológica políticamente más significativa,
precisamente por las muy importantes diferencias que había entre
María Teresa y Puigdemont. La que media entre el separatismo y el
pacto federal consensuado.
Y,
por último, están aquellos que han valorado, reconocido y elogiado
a María Teresa
y
ahora esconden y ocultan su más profundo mensaje: su compromiso con
los más desfavorecidos propugnando un socialismo radical, pero de
rostro humano y cristiano; sus convicciones federalistas para la
convivencia entre todos los pueblos de las Españas, pero respetando
el derecho a la libre adhesión; y un concepto funcional -que no
fundamentalista- de la monarquía propugnada por los carlistas. Tal
y como lo propusieron, en su momento, el viejo Rey Javier y Don
Carlos Hugo.
Valoran a la persona de María Teresa, pero no comparten
ni su compromiso, ni los ideales por los que luchó, lo que encierra
una actitud limitada en las formas, que tiene como único resultado
la condolencia y la cortesía. Y al mismo tiempo se postergan los
principios que ha mantenido hasta el final.
La
infanta María Teresa de Borbón Parma ha pasado a formar parte de la
historia con
todo honor, y sobre todo de la historia de la lucha por la democracia
en España. Y, además, también forma parte de esas reinas y
princesas carlistas que fueron ejemplo de lucha y compromiso, y que
tantos servicios prestaron a la Causa: la Princesa de Beira,
Margarita de Borbón-Parma y María de las Nieves de Braganza.
El
último escrito político e ideológico de la Infanta desaparecida,
infectada ya del Covid-19 y conocedora del grave riesgo que estaba
corriendo, se publicó en CARLISMO DIGITAL. Texto en el que
propugnaba un feminismo de concordia: “no se trata de enfrentarse
al otro,
sino junto al otro
enfrentarse a las injusticias políticas y sociales”. Don Carlos
Javier y don Jaime han recogido esta reflexión en sus escritos en
recuerdo de su tía.
Seguimos
en tiempos difíciles y se desconoce en qué momento se podrá
recuperar una cierta normalidad. Pero cuando podamos la infanta María
Teresa de Borbón-Parma será homenajeada con honor, admiración,
agradecimiento y respeto. Se celebrará un solemne funeral en Madrid,
así se han manifestado carlistas de Navarra-Euskadi, Madrid,
Castilla, Aragón, Valencia o Asturias, a la que se adhiere CARLISMO
DIGITAL y al que dedicaremos todos nuestros medios. Ceremonia que
debería ser presidida por Don Carlos Javier y Doña Ana María de
Borbón-Parma, junto a los infantes Jaime, Margarita y Carolina.
Posteriormente a la celebración religiosa se convocará una jornada
académica para recoger y valorar las multidisciplinarias
aportaciones de María Teresa.
Pero
más allá de este inexcusable reconocimiento, desde CARLISMO
DIGITAL, y desde la lealtad política a Don Carlos Javier de
Borbón-Parma, seguiremos dando testimonio de las luchas y
compromisos que compartimos con María Teresa.
CARLISMO
DIGITAL