Ecología

martes, 29 de septiembre de 2020

Entre la Legión y la OJE

AUTOR: José Manuel Martín Medem


Mientras el comandante legionario Felipe VI celebraba el centenario de la banda de mercenarios establecida por su bisabuelo Alfonso XIII, la ministra de Defensa decía que la Legión es “un orgullo para toda España”.

No está bien que nos atribuya una opinión que sabe que no es la de la mayoría pero, además, es una barbaridad que una mujer diga eso sobre una fuerza militar que es el paradigma de la violencia y del machismo. Y que lo diga desde el ministerio de Defensa confirma que una de las consecuencias de los pactos de la transición es que las ministras y los ministros se militarizan en ese cargo en vez de democratizar a las Fuerzas Armadas.

¿Es posible que todavía haya que explicar por qué hay que eliminar a la Legión?

¿Se puede soportar su desfile de violencia machista y religiosa sin recordar la represión en Asturias bajo el mando del que sería el caudillo de la dictadura y las matanzas de Extremadura durante la guerra civil por las que le pusieron el nombre del teniente coronel falangista Juan Yagüe (‘el carnicero de Badajoz’) precisamente a la calle de Madrid donde está la sede del ministerio de Defensa?

La Legión sigue ahí, con razón o sin ella, según su lema, blanqueada en misiones internacionales como si en el exterior tuvieran la culpa de lo que aquí ningún gobierno se ha atrevido a resolver. Y El País nos amenaza con que “cumplido ya un siglo, la Legión no solo parece haber superado el riesgo de disolución sino que es la unidad militar con más proyección de futuro”.

Dos asignaturas pendientes arrastran los gobiernos del PSOE. La eliminación de la Legión y la desmilitarización de la Guardia Civil. A los de la cabra los convirtieron en vergüenza de exportación y con los del tricornio armaron los GAL.

En 2008, el gobierno del PSOE recuperó para las Fuerzas Armadas (el valor de servir) el lema falangista (vale quien sirve) de lo que fue la franquista Organización Juvenil Española (OJE). Ahora, desde el Centre Delás d’Estudis per la Pau (info@centredelas.org) le piden a Sánchez una reforma en profundidad de las Fuerzas Armadas para “reducir su tamaño, cambiar la política militar y dedicar los 20.000 millones de euros de su presupuesto al desarrollo social”. Una petición que no le gustará a Felipe González. No olvidamos que dijo aquella solemne tontería de que “el ejército es la columna vertebral del Estado”(*).

(*) El País. 13 de diciembre de 1982. Entrevista de Juan Luis Cebrián.


23 de septiembre de 2020

martes, 22 de septiembre de 2020

LOS ESPAÑOLES REHENES DE UN ESTADO OPRESOR Y DE SU CASTA POLÍTICA

 AUTOR: Arturo Estébanez


El pasado viernes, 18 de septiembre de 2020, ante el incremento de contagios por Covid-19 en la Comunidad Autónoma de Madrid, su presidenta, Isabel Díaz Ayuso, anunció medidas restrictivas de derechos para la población de treinta y siete áreas sanitarias básicas de la comunidad autónoma, veintidós de las cuales se encuentran dentro de la propia ciudad de Madrid y quince repartidas entre distintos municipios del sur de la Comunidad. La más polémica de las medidas es la que confina a los habitantes de dichas áreas de
ntro de las mismas, de las que no podrán salir salvo por determinados motivos.

En primer lugar, debemos incidir en la dudosa legalidad de la medida de confinamiento de los ciudadanos dentro de determinadas áreas geográficas, ya que esto es una medida que afecta al derecho fundamental de la libre circulación por el territorio nacional consagrado en el artículo 19 de la todavía -¿vigente?- Constitución Española que dice "Los españoles tienen derecho a elegir libremente su residencia y a circular por el territorio nacional" y que, según el artículo 55 de esa misma Constitución, solo podrá ser suspendido "cuando se acuerde la declaración del estado de excepción o de sitio en los términos previstos en la Constitución", es decir, conforme al texto constitucional el derecho de libre circulación no podría ser suspendido, ni siquiera, por la declaración del estado de alarma que los españoles hemos sufrido durante los meses de marzo a junio pasado. Aunque la Ley Orgánica 4/1981 de 1 de junio que regula los estados de alarma, excepción y sitio en su artículo 11, por no se sabe qué extraña razón, establece que en el estado de alarma se podrá "limitar la circulación de personas y vehículos en horas y lugares determinados" lo que constituye una manifiesta contradicción con lo establecido en el artículo 55 de la Constitución que deja nítidamente patente que tal limitación solo podrá producirse durante los estados de excepción y sitio.


Contradicciones jurídicas a parte, pudiéndose limitar el derecho a la libre circulación solo bajo la declaración del estado de excepción y sitio o pudiéndose acordar también durante el estado de alarma, lo fundamental es que para establecer tal limitación resulta imprescindible la declaración del estado de alarma, excepción o sitio, facultad ésta que corresponde en exclusiva al gobierno de la nación previa autorización del Congreso de los Diputados y no a una señora, o señorita, que preside una Comunidad Autónoma, quien podrá gestionar el estado de alarma declarado por el gobierno, pero no imponerlo y mucho menos limitar el derecho de libre circulación sin la facultad jurídica para hacerlo, que sería, como mínimo, la declaración de dicho estado de alarma. La declaración del estado de alarma, excepción y sitio, significa una limitación de derechos y, sin duda, de grandes inconvenientes para la ciudadanía pero también suponen ciertas garantías, pues los dichos estados han de estar sometidos al control del Congreso de los Diputados y no quedar al capricho del político de turno.

Así pues, en la situación de degeneración institucional que sufren los españoles, lo menos que se puede exigir a unos dirigentes que tanto cacarean sobre los beneficios y bonanzas del "Estado de Derecho" es que sean coherentes con su propia legalidad, que en este caso, como en otros muchos, no lo son.

Después de las anteriores puntualizaciones legales, resulta interesante analizar, política y socialmente, la decisión tomada por la señorita Isabel Díaz Ayuso.

Tras el levantamiento del estado de alarma y el inicio de la llamada "desescalada", la presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid, no dejo de pedir insistentemente pasar a la fase dos pasando como de puntillas por la fase cero y uno porque según ella, "Madrid estaba preparada y cumplía los requisitos", lo cual es síntoma de que quien no estaba preparado era el gobierno autonómico madrileño pues había que ser muy necio para no saber que al poco de generalizarse la movilidad de los ciudadanos comenzarían los "rebrotes" y que éstos terminarían convirtiéndose en una "segunda oleada", que nos haría retornar a la casilla de salida de Marzo pasado, casilla a la que estamos muy próximos de volver, si es que no hemos vuelto ya, a pesar de todo lo que manifiesta el gobierno que preside Pedro Sánchez.

Al reabrirse las fronteras exteriores en julio pasado, Díaz Ayuso, exigió al gobierno de la nación que tomara medidas de control sobre los pasajeros que entraran en Madrid por el aeropuerto de Barajas y ante la negativa o inacción de éste, la presidenta madrileña no hizo nada. Ciertamente el gobierno autonómico madrileño no podía cerrar el aeropuerto de Barajas al tráfico aéreo, como tampoco puede ahora limitar el derecho de circulación de los ciudadanos sin que se haya declarado, al menos, el estado de alarma; pero podía haber decretado varias actuaciones como, por ejemplo, suspender el servicio del transporte público, incluido el servicio de taxis, que conecta el aeropuerto con el centro de la ciudad de tal forma que los pasajeros que aterrizaran en él quedasen práctica y materialmente confinados en la zona aeroportuaria.

Igualmente, desde mediados o finales de julio, cuando todos los indicativos procedentes del resto del país mostraban que el índice de contagios se incrementaba alarmantemente, el gobierno que preside Díaz Ayuso podía haberse ido preparando. Preparándose, reteniendo al personal sanitario precariamente contratado durante la primera oleada de la epidemia y que fue despedido al poco de finalizar el confinamiento. Preparándose, dotando a los colegios de la Comunidad de Madrid de mayores medidas de seguridad para cuando se iniciase el curso escolar- Preparándose, incrementando el número de test serológicos y PCRs que se realizaban entre los ciudadanos madrileños o favoreciendo la realización privada de los mismos mediante su financiación. Preparándose, mediante el reforzamiento de la asistencia sanitaria primaria y adecuando espacios para ser utilizados como eventuales lugares de hospitalización alternativos dotados con los medios necesarios, etc..., Pero, lamentablemente, el gobierno autonómico madrileño, que preside Díaz Ayuso, todo lo confió a la suerte o a la benevolencia de un virus que no la tiene, y ahora la culpa resulta ser… ¡del ciudadano que vive en determinadas zonas!

El gobierno autonómico madrileño es responsable de esta pésima situación que hoy vive una parte de los madrileños, pero no es el único responsable porque el gobierno de la nación también tiene su parte de responsabilidad, al haber abierto durante los meses estivales las fronteras exteriores idealizando los denominados "pasillos turísticos seguros", y al haber permitido la generalizada movilidad interprovincial o interautonómica sin control, y todo ello para evitar el hundimiento de los sectores turístico y hostelero que, al final, tampoco se ha evitado.

Los madrileños, o una parte de ellos, se encuentran hoy con su derecho fundamental a la libre circulación, suspendido; y, lo que es peor, todos los ciudadanos con su vida en peligro, situación ésta que amenaza con extenderse al conjunto de los españoles, atendiendo a los datos de expansión de la epidemia. Todo ello, porque unos políticos incompetentes, autonómicos y nacionales, decidieron irse de vacaciones en vez de tomar las medidas que había que tomar ante lo que todos, menos parece ser que ellos, veíamos venir y que era que los rebrotes se convertirían en una segunda oleada para la que no íbamos a estar mejor preparados que para la primera embestida del Covid-19.


Una vez más se demuestra que el pueblo español no interesa a su casta política nada más que una vez cada cuatro años para pedirle el voto. Una vez más se demuestra que los políticos, que han creado un estado a su imagen y semejanza exclusivamente para exprimir al pueblo español y reprimirlo si es necesario, vive y gobierna al margen de la realidad social de la ciudadanía. Y, finalmente, una vez más se demuestra que los ciudadanos no somos más que rehenes de una casta política diletante que no hace otra cosa que escaquearse de toda responsabilidad pasándosela de los unos a los otros y, en último extremo, hacerla recaer en el pueblo mismo.


Cuando las banderas ocultan los problemas


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jueves, 17 de septiembre de 2020

ESTAMOS EN ZONA PELIGROSA

 LA VANGUARDIA 12/09/2020 EL ENFOQUE

AUTOR: ENRIC JULIANA

Cuando la acumulación de escándalos afecta a la Policía hay que preocuparse, todavía más.

La suma de desmoronamientos en la vida política e institucional española pone los pelos de punta. Un ex jefe del Estado -el Rey que durante cuatro décadas simbolizó la restauración de la democracia parlamentaria en España- investigado por el cobro de presuntas comisiones no declaradas al fisco, residiendo en los Emiratos Árabes, después de dos semanas en paradero desconocido en agosto. El principal partido de la oposición bajo investigación judicial por la presunta utilización de la Policía y de los fondos reservados del Estado para intentar desviar, bloquear y esquivar la investigación judicial de un grave caso de corrupción que le afectaba de lleno. La crisis política de Catalunya todavía abierta en canal con acontecimientos inminentes que pueden conducir a la convocatoria anticipada de elecciones en esa comunidad. Bloqueo en la renovación del Consejo General del Poder Judicial con su consiguiente repercusión en la composición del Tribunal Supremo y otras instancias judiciales. La composición del Tribunal Constitucional, también paralizada. Un Parlamento partido por la mitad en el que una parte de la oposición acusa de “ilegítimo” al Gobierno. Un Gobierno plenamente legítimo con una mayoría parlamentaria difícil de coagular como ha quedado de manifiesto esta semana. Una negociación presupuestaria muy difícil, aunque no imposible. Enmarcan y subrayan este cuadro, las funestas consecuencias de la epidemia. España es el país europeo más golpeado por la extensión del coronavirus Covid-19 y es también el país de la UE que afronta, en estos momentos, unas consecuencias económicas más delicadas. No hay duda que la Historia ha decidido poner España a prueba.

El país se sostiene en pie gracias a su pertenencia a la Unión Europea, a la solidez de su aparato estatal (pese a todo lo antes expuesto), a la voluntad democrática de la mayoría de sus gentes, una voluntad especialmente intensa entre las nuevas generaciones, y al ejemplar esfuerzo de todos aquellos trabajadores y trabajadoras que han garantizado el funcionamiento de los servicios esenciales y los resortes básicos de la economía en los momentos más duros de estos últimos meses.

Mientras unos trabajaban abnegadamente, otros zarandeaban la nave. La acumulación de escándalos y desgracias puede crear un embotamiento en la opinión pública y alimentar el nihilismo en un momento crítico para la vida en común. Hay muchos signos de cansancio en una sociedad hasta ayer más optimista que descreída.

El problema del Partido Popular es enorme, seguramente más grande de lo que hoy creen sus actuales dirigentes. En el momento en que Vox presente su anunciada moción de censura al Gobierno Sánchez, seguramente se percibirá con mayor claridad el problema estructural al que se enfrenta el primer partido de la oposición: el PP ha perdido a la franja más dura de su electorado tradicional y la acumulación de escándalos le impide captar nuevas adhesiones desde otros sectores sociales más templados. El PP quizá se vea obligado a seguir la senda del nacionalismo catalán de centro-derecha: cambiar de sede para alejarse físicamente de su pasado y quizá cambiar de nombre antes de las próximas elecciones, mediante la refundación del partido o la creación de una coalición que le permita pedir el voto bajo otra denominación. (La experiencia de CDC indica que los cambios de nombre pueden convertir a una formación política en fugitiva de sí misma. El sector Puigdemont, el sector de los antiguos cuadros de CDC más interesados en establecer distancias con la figura de Jordi Pujol y su familia, ya ha cambiado de nombres tres veces).

El problema, sin embargo, no atañe exclusivamente al PP. Estamos ante una crisis sistémica. Una especie de Watergate permanente. Una sucesión de escándalos que no cesa. Cuando la acumulación de escándalos acaba afectando a mandos de la Policía hay que preocuparse. Desde hace meses, un excomisario de Policía dedicado durante años a operaciones encubiertas, se halla en el centro de casi todos los asuntos oscuros. El hosco caso Villarejo, personaje que en estos momentos aparece en casi todas las sopas escandalosas del menú informativo español, es un fenómeno casi sin precedentes en la Europa democrática. Para hallar un antecedente quizás nos tendríamos remitir al sórdido escándalo de la logia masónica P-2 en la Italia de los setenta: una sociedad secreta que agrupaba a personajes clave del aparato estatal, las finanzas, la política e incluso el periodismo, con el propósito de influir en el destino del país al margen del Gobierno e incluso contra el Gobierno. El caso Villarejo es muy grave y ahora se pone de relieve que determinados mandos de la Policía pudieron ser utilizados para taponar una importante investigación judicial.

La seguridad jurídica de un país, factor fundamental para su prosperidad económica, no sólo se refiere al cumplimiento de los contratos mercantiles, a la limpieza de los contratos del Estado, a la eficacia y la neutralidad de los tribunales que deben afrontar los litigios mercantiles, a la solidez y solvencia de las leyes, al buen cumplimiento de los reglamentos, y a la seguridad pública en su sentido más amplio, incluyendo, claro está, la seguridad en las calles. La integridad, solidez y prestigio de la Policía de un país es imprescindible para generar confianza en terceros.

Estamos en zona peligrosa.






sábado, 12 de septiembre de 2020

PEDRO SÁNCHEZ: “ATRÉVETE CON LOS VIVOS”

 AUTOR:  Josep M. Sabater

Los desechos de la Transición se le acumulan al presidente del Gobierno sobre la mesa de su despacho de la Moncloa. Y se amontonan, también, como un goteo incesante, en la memoria histórica reciente de la “izquierda institucional”. El alejamiento físico del emérito solo aplaza temporalmente sus responsabilidades y su destino. Y su hijo, el actual jefe del Estado, intenta demostrar que no pasa nada, que está limpio de polvo y paja, pero el declive de su imagen pública y de la propia institución continua imparable. Nadie se cree, excepto el aparato de propaganda gubernamental, que la monarquía vigente no participa de los vicios franquistas. Y a los entusiastas de la Constitución del 78 hay que recordarles que, en la institución monárquica, no se puede distinguir entre la persona y la propia institución: Juan Carlos de Borbón -a título de rey- es la única persona que figura con nombre y apellidos en el texto constitucional, para vergüenza de quienes continúan apoyándola -“inasequibles al desaliento”- cual texto sagrado.

Al binomio paterno-filial, herencia de la Dictadura, se le han añadido la pasada semana dos hechos significativos que siguen recordándonos que la Transición se cerró en falso. Por un lado, la citación en un juzgado argentino de Martín-Villa, por su presunta responsabilidad en los crímenes del post-franquismo, y por otra la sentencia -recurrible- sobre la propiedad del Pazo de Meirás. Dos hechos que nos recuerdan que una parte importante del régimen franquista pervive, cuarenta y cinco años después de la muerte del General. Las libertades democráticas siguen hipotecadas y los residuos del franquismo continúan mostrando sus vergüenzas. El tránsito del franquismo a la democracia sigue siendo una herida sangrante que se cicatrizó en falso… y comienza a oler a podrido.

No ha sido la justicia española quien ha tomado la iniciativa de investigar la basura que se esconde bajo la raída alfombra de la Constitución del 78. Investigar hechos cometidos por relevantes ciudadanos con pasaporte español y que afectan directamente a la legalidad institucional, han tenido que iniciarse fuera de nuestras fronteras, para mayor gloria de nuestro aparato judicial, siempre tan exquisito en su independencia como complaciente con el sistema. Han tenido que ser un juez suizo, en el caso del emérito, y una jueza argentina en el caso de Martín Villa, quienes abrieran los procedimientos.

Que la justicia ordinaria -en este caso la española, que algo tiene que hacer- haya reconocido que el Pazo de Meirás fue ofrecido al general Franco en tanto que jefe del Estado, y por tanto debe volver a ser patrimonio público, es una buena noticia. Y debería de ser el inicio para la recuperación de otros bienes de dudoso origen, actualmente en propiedad de los herederos biológicos y políticos del Dictador. La ministra portavoz del Gobierno, María Jesús Montero, ha celebrado la sentencia: “nos parece de justicia, es un patrimonio que pertenece al pueblo español y tenía que volver al pueblo español…/… un patrimonio que de forma ilegal o fraudulenta fue hurtada al Gobierno español”. ¿Y ese mismo argumento no sirve, igualmente, para demandar al emérito que, aprovechándose de su impunidad constitucional, ha amasado presuntamente una fortuna valorada, hace algunos años, por la prensa americana, en dos mil millones de dólares? ¿No debería esa fortuna revertir íntegramente en la hacienda pública española siguiendo el ejemplo del Pazo de Meirás? Pero la defensa de la memoria democrática, a la que tanto recurre la izquierda institucional, no sirve para investigar -independientemente de su prescripción- la venta por don Juan de Borbón del Palacio de la Magdalena de Santander; aquel palacio, pagado dos veces por la ciudadanía -primero como regalo a Alfonso XIII y posteriormente como compra-, no era “¿patrimonio que pertenece al pueblo español?” ¿Lo que demandamos a la familia Franco no es demandable a los Borbones liberales? ¿Qué diferencia legal o ética hay entre la patrimonialización privada de bienes públicos, como el Pazo de Meirás o el Palacio de la Magdalena?

De la imputación de Martín Villa, por una jueza argentina, por sus responsabilidades en diversos sucesos sangrientos ocurridos en los primeros años de la Transición hay que destacar, como ya ocurrió en el caso del heredero del Dictador, la defensa cerrada que la clase política, la “nomenklatura constitucional”, ha hecho del político. De entre todos los apoyos recibidos por Martín Villa hay que destacar, entre otros también reseñables, el de José Luís Rodríguez Zapatero, ex-presidente del Gobierno e impulsor de la Ley de la Memoria Histórica. Según Zapatero, no le consta que Martín Villa, ministro en los primeros años de laTransición, tuviera responsabilidades en aquellos asesinatos; entonces, ¿quién las tenía? Y para proteger al político de origen franquista el ex-presidente socialista no duda en recordar la Ley de Amnistía, una ley que, recordemos, equipara legalmente la lucha por la democracia con los asesinatos de Estado. La Ley de la Memoria Histórica, en muchos aspectos tan necesaria para cerrar las heridas de la Guerra Civil, aclarar los crímenes del franquismo y sepultar dignamente a los vencidos, debe de tener continuidad histórica, e investigar los crímenes de Estado cometidos durante la Transición. Pero todo nos conduce a pensar que el sistema –y especialmente la clase política profesional- no tiene interés en sacar los cadáveres de los armarios: aunque les vaya en ello su propia credibilidad democrática y su honestidad política.

Aun tiene que cumplirse un año del traslado de los restos del Dictador desde la basílica del Valle de los Caídos al cementerio de Mingorrubio. Aquella inhumación se presentó como una apuesta personal del Presidente Pedro Sánchez, una operación de propaganda mediática facilona y sensiblera, aunque un tanto deslucida por los excesivos honores que se le tributaron a Franco. Pero la sombra del franquismo, más allá de la momia del Pardo, es muy alargada, continúa en el aparato policial, en el Ejército, en las finanzas, en la justicia… Y conviene, aquí y ahora, recordar unas pintadas que hace pocos años aparecieron en Pamplona, efectuada por jóvenes carlistas, cuando se planteó el desmantelamiento de algunos monumentos erigidos durante el franquismo: “Atrévete con los vivos”. Pues eso, Pedro Sánchez: atrévete con los vivos, con Juan Carlos y Felipe, con Martín Villa…

jueves, 3 de septiembre de 2020

PROPUESTA PARA LA JURA DE LAS CONSTITUCIONES Y FUEROS DE CATALUNYA

 

Francesc-Xavier Carbonell i Margenat (*)

Desde el año 2003 los Amics de la Història del Carlisme de Catalunya (A.H.C.C.) han llevado a cabo diversas actividades en buena parte del territorio catalán. En el 2005 en una reunión, con muy buena asistencia, celebrada en la entidad “Els Carlins” de Manresa, se constituyó como asociación. Su primer presidente fue el Padre Arturo Juncosa siendo  vicepresidente el abogado Carles Feliu de Travy. Es presidenta de honor Doña Maria Carolina.

En el año 2008 la A.H.C.C. entró en el hotel de entidades “Casa Orlandai” del Ayuntamiento de Barcelona, en el barrio de Sarrià como asociados y colaboradores. Con el paraguas de nuestra asociación se han celebrado en la referida entidad reuniones del Consejo Federal del Partido Carlista, del Partit Carlí de Catalunya, de la Agrupació Territorial Comarques Centrals de Catalunya (A.T.C.C.), reunión para realizar  un ciclo de conferencias en Berga, Vic, Olot, Barcelona (tres), Lleida, Prada de Conflent sobre los 175 años de historia del Carlismo, reuniones de la propia asociación y diversos encuentros como el de jóvenes presidida por Don Carlos Javier y su esposa el 2010, presentaciones de libros, y otras muchas actividades entre las cuales destaca la reunión informativa para la Jura de las Constituciones y los Fueros de Catalunya que se realizó el 16.02.13.

Para esta ocasión se invitó a periodistas, historiadores y carlistas. Asistieron 28 personas y excusaron su presencia por correo o teléfono otras 42. Un escritor e historiador tomó nota de toda la jornada en base a los textos recibidos y a una grabación de la reunión y redactó la correspondiente acta. Cabe destacar el interés demostrado por todos los asistentes en especial los no carlistas en cuanto a la idoneidad de la propuesta.

 

La situación social y política del país estaba en aquellos momentos trastornada por la decisión del Tribunal Supremo de recortar la propuesta de unos nuevos Estatutos que habían sido previamente refrendados por el Parlament y las Cortes. Para su confección el Partit Carlí presentó su propuesta siendo el único partido extraparlamentario en colaborar. Así consta en la web del Parlament de Catalunya. Como consecuencia del recorte se organizó una manifestación el 10.06.2010, considerada la segunda más concurrida de siempre, donde también participó el Partit Carlí junto con carlistas de Madrid y Navarra. Se dispone de filmaciones y fotografías de nuestra presencia. Llegados a este punto,  y ante una situación que podía complicarse por momentos se valoró la urgencia en proponer un texto abierto a personas interesadas a fin de proceder a la Jura de las Constituciones y Fueros. Los partidos políticos justo en aquel momento habían comenzado a mover sus pesadas maquinarias en dirección al independentismo o a todo lo contrario, las organizaciones sociales igual y la ciudadanía estaba perpleja ante esta situación. Todo lentamente. Como indicador no puede olvidarse la manifestación festiva y plácida de la Diada del 2012. En consecuencia se presentaba una ocasión única para que la Jura fuera un éxito y el Partit Carlí pudiera recuperar visibilidad y la buena posición conseguida durante la transición política, sin excesivos sobresaltos. Ha quedado en el limbo si alguien realizó consultas directas con la Familia.

En el anteproyecto que fue redactado por un conjunto de carlistas catalanes a fin de ser presentado en la reunión, se contemplaron todos los aspectos que en aquel momento se podían considerar preferentes. En primer lugar se dejaba claro que las Constituciones y los Fueros le corresponden a la ciudadanía catalana en su conjunto por lo que era imprescindible tener muy en cuenta esta cuestión. También que desde el decreto de Nueva Planta de 1714 solo ha sido reivindicada su devolución por el carlismo. Otro aspecto interesante era el papel que debía tener nuestra Familia en todo este proceso. También se debía escoger un lugar idóneo para la ceremonia. Durante la redacción se informó a algunos partidos, entidades y medios del proyecto, para conocer su reacción pero sin solicitar apoyo más allá de lo que consideraran interesante, brindándonos por nuestra parte para informar ampliamente. En estos casos la respuesta fue también muy positiva sin excepciones. Por lo tanto fue capital recoger una aceptación previa de todas las entidades informadas y de ciudadanos. Finalmente toda la iniciativa relatada y el proyecto, por razones desconocidas, se quedó nada.

¿Puede ser conveniente tratar de nuevo este tema tan apasionante?

Desde entonces ha llovido mucho, también en Catalunya.  La situación política y social  ha cambiado y evolucionado sobremanera. El desenlace jurídico del “Procés” va para largo y puede traer una cola interminable de actitudes favorables o encontradas. Las dudosas actividades de otra familia pueden representar un boomerang a la nuestra debido sobre todo al descrédito que atesoran aquellos y también al desconocimiento generalizado de nuestra historia. Los aspectos básicos siguen siendo los mismos pero el trato que debe darse al acto de la Jura es muy diferente. Se puede prever cualquier tipo de reacción.  

Entrando en materia, para conseguir un marco adecuado es imprescindible tener informados a todos los partidos, medios, entidades, políticos relevantes, sindicatos y naturalmente a todos los carlistas que deseen participar sean catalanes o de las Españas. Esto no es garantía de que nada pueda llegar a buen puerto, pero en una primera etapa la recopilación de actitudes y reacciones serán necesarios a fin de enfocar en una segunda etapa los pasos a seguir. En definitiva, todo el proyecto debe gestionarse de forma inversa a la propuesta del 2013 donde se tenía informado a los medios en función de nuestro interés. En esta ocasión nuestro interés está directamente relacionado con las reacciones que pueden ser diferentes y las podemos encontrar favorables o desfavorables con todo el escalado correspondiente, por lo que será con todo esto en la mano que se podrá tomar una decisión final. Aspectos más generalistas del anteproyecto del 2013 pueden ser aprovechables.

Siempre cabe la posibilidad de realizar un acto de bajo o muy bajo nivel a fin de pasar desapercibidos con la carga negativa que esto representa para el carlismo, para todos los carlistas y para la Familia.

En este breve espacio he tratado de reflejar mi posicionamiento sobre una ceremonia para la Jura de las Constituciones y los Fueros de Catalunya.

 

(*) Militante del Partit Carlí de Catalunya. Miembro de la A.T.C.C. i de la A.H.C.C.