Carlos Javier de Borbón Parma Jefe de la Dinastía Carlista |
Queridos
Carlistas,
Un
año más, me dirijo a vosotros en esta celebración tan emblemática
para el Pueblo Carlista, que, además, en los últimos años nos
sirve de “Día de la Memoria Carlista”, porque nosotros también
tenemos memoria. Memoria escrita a base de entrega, heroísmo y
vocación de servicio a los pueblos.
Mis
antecesores lo dejaron muy claro, todo aquel que, bajo nuestros
principios, lucha por una sociedad más justa y humana no puede ni
debe pasar al olvido. Cada uno de nosotros es único, no descartamos
a nadie. Frente a una sociedad del ego y del consumo instantáneo, el
Carlismo fija su centralidad en la dignidad intrínseca de la
persona. Así es como hemos luchado desde hace más de 185 años, y
os puedo asegurar que así seguiremos.
A
punto de cumplirse, por tanto, el CXXV aniversario de la institución
de esta fiesta, los carlistas deberíamos reflexionar acerca de los
ideales que empujaron a tantas generaciones de españoles a sufrir
persecución, a dejar su hogar, a arruinar sus haciendas, e incluso a
entregar sus propias vidas, por la Causa del Carlismo, ¿quién de
ellos habría estado dispuesto a darlo todo si no hubiera tenido una
fe sincera e inquebrantable en esos ideales?
Adentrándonos
en el siglo XXI, el Carlismo, siguiendo el ejemplo de todos los que
nos precedieron, debe volver a mirar al futuro con generosidad y
esperanza. Nuestro fundamento cristiano que hoy, entre otras cosas,
se traduce en una “ética ecológica”, el respeto a la herencia
recibida, que debe actualizarse constantemente para no caer en
conservadurismo inútil y nuestra firme propuesta de unas Españas
federales habrán de ser las bases que guíen el horizonte de la
acción política del Carlismo en el siglo XXI.
La
Haya, a 6 de marzo de 2020.