Autor: P.
August Monzon i Arazo
El
jueves 26 de marzo falleció en París, debido a la epidemia del
Covid19, la infanta María Teresa de Borbón-Parma, hija del rey
Javier y tía del muy alto señor Carlos Javier de Borbón-Parma.
Doctora
en Sociología por la Sorbona y profesora durante un tiempo en la
Universidad Complutense de Madrid, veneró siempre la memoria de su
padre, el rey Javier, por su integridad y su piedad, por su nobleza y
humanidad. El hecho de haber sido encarcelado por el
nacionalsocialismo en el campo de concentración de Dachau, como
consecuencia de su militancia en la Resistencia francesa, le hizo
superar la tentación integrista y revivir el carácter popular y la
oposición al despotismo propios de la tradición carlista (y foral),
ahora en clave democrática y en diálogo con la modernidad.
El
Concilio Vaticano II supuso la confirmación eclesial de esta
extraordinaria conversión,
en el sentido más preciso de la palabra. Es aquí donde se inserta
la figura de María Teresa, mujer con una fuerte personalidad. Vital
y entusiasta, enérgica y tenaz, sencilla y cercana, orientaba todas
estas cualidades y virtudes en una sola dirección: el compromiso en
pro de una sociedad mejor. ¡La consecratio
mundi
que la Iglesia propone como tarea propia de los laicos cristianos!
Maria Teresa ha vivido realmente como mujer consagrada ... a los
ideales del reinado de Dios inaugurado por Jesús.
¿Cómo
vivió estas exigencias, colaborando siempre lealmente con su hermano
Carlos-Hugo, jefe de la dinastía? Su participación en la transición
democrática del Estado español fue tan notable como silenciada, y
el nuevo régimen quiso obstaculizar tan injustamente como el viejo
los planteamientos que ella representaba.
Como buena cristiana, era
solidaria e internacionalista: comprometida en la defensa de los
oprimidos y con la lucha de los pueblos latinoamericanos, y
cordialmente dialogando con el Islam. A esto añadía otra actitud
evangélica: su pasión para la paz y la concordia, en todos los
niveles de la convivencia humana.
Es
cierto que concretar ejes ideales es siempre arriesgado y falible,
pero, como dice el Papa Francisco -a quien María Teresa tanto
apreciaba-, es preferible una Iglesia que quizás no acierte, que se
"enfríe", a una Iglesia aburguesada que ahogue en la su
inacción supuestamente "neutral" -en su
autoreferencialidad-, por miedo al compromiso con las causas justas
de la humanidad. Por eso también, el gran amor que María Teresa
tenía a los pueblos de las Españas, no era retórica vacía ni
sentimentalismo alienante: amaba de manera concreta sus lenguas y
culturas, y su derecho a decidir libremente si quieren, o no,
convivir en un proyecto común.
Su
relación con València fue muy especial, sobre todo porque, cuando
la familia Borbón-Parma fue expulsada de España en 1968 por el
Estado franquista, ella pasó a residir clandestinamente en nuestra
ciudad, en un fructífero exilio interior. Y felizmente estos últimos
años ha podido reencontrarse con nosotros. En 2017 participó en
Jornadas de reflexión política y jurídica "Els valencians,
poble d’ Europa", celebradas en la Facultad de Derecho de
Valencia, y la tarde del 29 de junio -310 aniversario del abolición
de los Fueros-, expuso convincentemente su comunicación: "El
principio foral y la pluralidad de las Españas como respuesta al
conflicto territorial". Por la mañana, siguiendo la costumbre
familiar, había venerado el Santo Cáliz en la Sede metropolitana y
había firmado en el libro de oro de la cofradía.
El
25 de octubre del año pasado, 2019, María Teresa volvía a viajar
desde París a nuestras tierras para participar en el congreso
internacional celebrado en Morella, la ciudad de Vinatea, a propósito
de la autonomía valenciana. En su intervención desarrolló
magistralmente un tema yo diría que inédito: la importancia
decisiva del consenso -y de la idea de pacto- a lo largo de la
historia de nuestro pueblo.
Dos
días después, en la Misa por la patria, la paz y la justicia que
celebramos a Santa María del Puig cada último domingo de octubre,
llevó procesionalmente el Libro de los Fueros de Valencia, que fue
depositado sobre el altar. Era la primera vez que se realizaba este
signo tan elocuente, y precisamente en la "cuna de la patria".
Finalmente,
el domingo 1 de diciembre de 2019 María Teresa asistió con Don
Carlos Javier en la solemne Eucaristía celebrada en la Capilla del
Santo Cáliz de la Sede metropolitana. Tras la invocación del
Espíritu Santo por parte de la asamblea, Carlos Xavier, como jefe de
la casa de Borbón-Parma, recibió la bendición conjunta de los
oficiantes (católicos romanos) y de los sacerdotes anglicanos
presentes, y, finalizada la liturgia, juró los Fueros del Reino de
Valencia. Habían pasado tres cientos trece años desde que el
Archiduque Carlos, también en la Seo, el domingo 10 de octubre de
1706, había jurado los Fueros como Carlos III de Valencia, frente al
obispo de Segorbe misser
Antoni
Ferrer i Milán, congregante del Oratorio de San Felip Neri de
València.
María
Teresa quedó muy contenta, pero siguió entregada y comprometida…
hasta la muerte, cuando se enfrentó a Covid-19 con elegante
discreción y dando ejemplo de una gran fortaleza. Como acaba de
recordar Carlos Javier, en estos tiempos inciertos y difíciles, nos
invita a seguir luchando, firmes y esperanzados, "por los
derechos, las libertades y la dignidad de las personas y de los
pueblos". Rogamos por ella, y que ella -amiga, compañera,
hermana-, nos ayude siempre, "en la vida y en la muerte y ante
el tribunal de Dios".
Valencia,
5 de abril de 2020
Domingo de Ramos
Santa Maria del Puig (27-X-2019)
Transcripción de la dedicatoria de la infanta María Teresa de Borbón-Parma en el libro de oro de la catedral de València:
"València, tierra de encuentro entre culturas, a la vez que de firme reivindicación de sus valores espirituales que simboliza el Santo Cáliz, puede y debe ser campeón de consenso, en el sentido más elevado, en el mundo actual. María Teresa de Borbón. 29 de junio de 2017."
"València, tierra de encuentro entre culturas, a la vez que de firme reivindicación de sus valores espirituales que simboliza el Santo Cáliz, puede y debe ser campeón de consenso, en el sentido más elevado, en el mundo actual. María Teresa de Borbón. 29 de junio de 2017."