Autor: Pedro Zabala
Un
buen amigo, miembro también del Instituto Mounier y gran jurista me
ha enviado sus reflexiones de reclusión. Coincido en sus
apreciaciones. Y valoro muy positivamente el juicio que le merece el
descontrol de las residencias de mayores, en los que se ceba el mayor
número de contagios y de muertes por este coronavirus.
Dice,
con razón, que no podemos decir que esta pandemia se deba ni a un
castigo divino ni al neoliberalismo individualista. Sobre esto
último, quisiera hacer una puntualización.
Efectivamente
el paso del virus de una especie animal a la humana no se debe al
sistema económico vigente. Pero su rápida propagación a todo el
planeta, ¿no tiene que ver con el modo de vida que nos impone el
neoliberalismo global?
¿Y
el que algunos se estén enriqueciendo con el negocio de los medios
de protección, respiradores, test de diagnóstico y medicamentos? ¿O
con sus juegos de bolsa con el petróleo, las divisas y los
alimentos, aprovechando esta coyuntura? ¿Cómo actúan estos días
los grandes capitalistas? ¿No se están beneficiando de esta crisis
sanitaria y económica?
¿Y
el resto de la población? ¿No vemos por un lado abundantes rasgos
generosos de solidaridad y por otro muestras de egoísmo acaparador y
de desprecio pícaro de las normas impuestas para esta situación
dramática?
Decretados
los estados de alarma con una declaración de guerra a la pandemia,
vemos a los gobiernos titubear sobre el alcance de las medidas a
adoptar. Acuden a comités de expertos para que les asesoren y les
indiquen posibles vías de actuación. ¿Piensan en el Bien Común o
están pendientes de su efecto en próximas elecciones? ¿No tenemos
que hacer las mismas preguntas ante las posturas de los partidos de
oposición?
Me
temo que lo que está en juego también es el aprecio popular por las
instituciones democráticas. ¿No parecen ser más eficaces los
regímenes totalitarios como el chino, donde primero se manifestó la
epidemia?. Disciplina unitaria, control de las noticias y obediencia
ciega ¿serán necesarios en esta situación de guerra?
Y
cuando pase la pandemia, ¿se deseará volver a lo anterior o
habremos aprendido la lección? ¿Se fortalecerán las actitudes de
solidaridad compasiva y de apoyo a los débiles o reincidiremos en la
destrucción de la naturaleza y en olvidarnos de las víctimas?