Siempre
han estado en los círculos de poder de la Iglesia, de todas las
iglesias, incluso en tiempos de Jesús. Eran los fariseos, los
doctores de la Ley, los que prefieren el dogma y el rito frente
al amor al prójimo. Fueron los inquisidores, los férreos guardianes
de la ortodoxia que condenaban a teólogos, quemaban a mujeres en la
hoguera, castigaban a los científicos que afirmaban que la Tierra
era redonda o demostraban la circulación de la sangre. Los
ultraconservadores no son, ni mucho menos, una especie en vías de
extinción. Y según los expertos están dispuestos incluso a
fomentar un cisma.
"No
son una minoría. El 30% del clero, los obispos y los laicos más
comprometidos en el mundo están en contra de Francisco". El
prestigioso vaticanista Marco Politi ha puesto negro sobre blanco la
dura realidad que afronta la Iglesia en tiempos de Francisco. Un
movimiento cismático en toda regla que, lejos de seguir al Papa, aun
con críticas a su gestión, se prepara para la batalla.
El
veterano periodista de La
Reppublica se
niega a minimizar a los opositores del Papa argentino, y desmiente
que únicamente sean ultras, o una pequeña y ruidosa minoría. En su
análisis, Politi sostiene que casi un tercio de la jerarquía y el
laicado institucionalizado quieren torpedear las reformas emprendidas
por este pontificado.
"Hay
una parte de la Iglesia que no está de acuerdo con Francisco y que
está tratando de influir en el próximo cónclave", sostiene,
tajante, Politi, que afirma que la estrategia de los 'anti-Francisco'
pasa por crear estados de ánimo de cara al futuro, y presionar en el
presente para frenar posibles reformas, como se vio en el pasado
Sínodo de la Amazonía.
¿Lucha por la sucesión?
¿Hay
un sucesor para el Papa Francisco? Todo parece indicar que Bergoglio
ha puesto sus esperanzas en el cardenal filipino Tagle, mientras que
los ultraconservadores –a los que se unen varios curiales
italianos– sueñan con una dupla formada por los cardenales Sarah y
Ouellet, actuales prefectos de las congregaciones del Culto y
Obispos, las dos personalidades con más alto rango entre los
opositores al Papa.
Ante
el silencio del Vaticano se suceden las señales, como la última
andanada del ex nuncio Viganò, que acusó a las autoridades
mundiales de utilizar la pandemia para acabar con el culto católico
en un manifiesto suscrito –entre otros– por los cardenales Müller
y Zen. También por el cardenal Sarah, considerado el 'papable' del
sector ultraconservador, que después de firmar el manifiesto se
borró del apoyo explícito al texto. Politi ve todo esto como "la
punta del iceberg". Una punta en la que también se inscribe el
papa emérito, Benedicto XVI, quien tras varios meses de silencio ha
vuelto a aparecer en los medios con motivo de una biografía que
acaba de salir a la luz en Alemania.
"Algunos
obispos y cardenales siempre están en la primera fila, pero detrás
de ellos hay una parte no despreciable del clero y los laicos que
están en contra de Francisco y cualquier reforma en la Iglesia",
añade el vaticanista. "Nunca ha habido tantos ataques contra un
Papa", concluye.
Sin
embargo, estos sectores comienzan a erosionarse. La pasada semana se
vio una de las imágenes más disparatadas del sector anti-Francisco,
con acusaciones cruzadas que revelan la falta de confianza entre
ellos, hasta el punto de filtrar las grabaciones de las llamadas
mutuas.
Teorías conspirativas frente a la pandemia
La
historia es compleja, pero muestra cómo los líderes del frente
anti-Bergoglio se lanzan los trastos unos a otros. Así, el cardenal
guineano Robert Sarah, uno de los pocos opositores públicos al Papa
que mantiene un puesto clave en la Curia (es prefecto del Culto
Divino), negó haber firmado un texto de purpurados y periodistas
conservadores en el que trazan teorías conspirativas sobre el
coronavirus y aseguran que las respuestas a la pandemia "son una
excusa" para frenar la libertad de culto.
A
través de su cuenta de Twitter, Sarah aseguró que puede compartir
"a título personal" algunos aspectos de la carta
titulada Por
la Iglesia y por el mundo pero
que explícitamente pidió al autor de la misiva, el ex-nuncio Carlo
Maria Viganò, no aparecer como firmante.
Viganò,
arzobispo italiano de 79 años, saltó a la fama dentro de los
sectores conservadores en 2018, tras haber pedido la renuncia del
papa Francisco alegando que el pontífice conocía un caso de abusos
en Estados Unidos, aunque no aportó pruebas a la Justicia.
En
la carta publicada por Viganò en el sitio 'Veritas Liberabit Vos'
(la verdad los hará libres), los grupos conservadores aseguran que
"la salud pública no debe ni puede convertirse en una excusa
para infringir los derechos de millones de personas en todo el mundo,
y mucho menos para privar a la autoridad civil de su deber de actuar
con prudencia en pro del bien común", según la transcripción
que mostraron algunos sitios de prensa.
Otro
de los firmantes de la misiva es el cardenal alemán Gerhard Ludwig
Müller, antiguo prefecto de la Congregación para la Doctrina de la
Fe; o Joseph Zen, obispo emérito de Hong Kong, y el más crítico
del acuerdo Roma-Pekín para la designación conjunta de obispos.