Autor: Carlos Roldan López; publicado en “La Tribuna delPaís Vasco”
No sé si hay monárquicos en
España. No sé si quedan partidarios de la herencia familiar de la Jefatura del
Estado ni tampoco sé si quedan partidarios de la obediencia al Rey. Los
monárquicos juancarlistas fueron traidores a alguna ideología: al franquismo,
al socialismo o al republicanismo, en función de la ideología que dejaron por
pactar con Don Juan Carlos. Y habría que incluir en este grupo a los propios
monárquicos que nunca perdonaron que se saltara a su padre y comprometiera a la
Corona con el franquismo.
Para la mayoría de los españoles
siempre fue algo aceptable, siempre que se desposeyera de todo poder, lo cual
no es precisamente fervor monárquico.
En cualquier caso, a los posibles
casos de conducta irregular del Emérito tras su reinado sobre los que nos puso
en órbita su hijo (hasta ese comunicado de la Casa Real, Corinna y Villarejo
nunca fueron creíbles) se unen dos hechos indiscutibles: la Monarquía juancarlista no tenía la legitimidad de herencia familiar -le pasó por encima a
su padre sin consentimiento de éste a través del acuerdo con Franco- y tampoco
tiene la legitimidad popular porque nunca fue objeto de elección a través de
sufragio.
Sin embargo ironías de la
historia, si que habría una “salida monárquica” que cumpliría ambos requisitos:
el heredero al trono Carlista.
Don Carlos Javier de Borbón y
Parma es el heredero de los derechos dinásticos de Don Carlos Hugo de Borbón y
Parma, del que hoy 18 de Agosto se cumple el aniversario de su muerte.
Para aquellos que creen en la
sucesión hereditaria como tal, es indudable que los Carlistas tenían razón y Fernando
VII cometió una ilegalidad al retirar al ya constituido heredero sus derechos
dinásticos. En este sentido Don Carlos Javier es heredero legítimo.
O al menos puede defender, como
mínimo en plano de igualdad con la dinastía actual, su legitimidad.
Pero, además, a diferencia del
juancarlismo, los Carlistas se niegan a recibir sus derechos dinásticos sin el
refrendo mayoritario del pueblo español, es decir, no permitirían lo que se
permitió en la actual Constitución. En este caso, procede recordar lo que ya
advirtió Suárez, acerca de que no convocaba referéndum porque perdían.
En este sentido, la “Monarquía Social”
de la que hablan los Carlistas (Fueros, Rey, Democracia y Derechos Humanos) se
me antoja mucho menos anacrónico que la extraña sucesión juancarlista, jalonada
de problemas dinásticos, cambios de camisa, y ahora de rumores (quiera Dios que
falsos) sobre la honradez del Emérito.
Quizás habría que mirar a este
lado de la Historia, precisamente para salvar la Monarquía… si es que quedan
monárquicos en España.