- Muere en París por coronavirus María Teresa de Borbón-Parma, que jugó un papel clave en la evolución del carlismo durante la dictadura franquista
- Tenía 86 años pero conservaba una gran lucidez mental y seguía participando en actos públicos
- Tenía el doctorado en Ciencias Política por La Sorbona y estaba especializada en las estructuras políticas de los países musulmanes del Magreb
Mª Teresa, con Jesús Lasanta -izq.-, en el homenaje al alcalde de Puente la Reina Feliciano Vélez -dcha.- el año 2017. / M. M
Conocí
personalmente a María
Teresa de Borbón-Parma realizando
mi tesis doctoral sobre “la
continuidad ideológica del carlismo tras la Guerra Civil”,
corriente política sin la cual resulta difícil comprender la
historia contemporánea de la región vasco-navarra, la Cataluña
interior y muchas zonas del Levante y Aragón.
Ella
me ayudó a comprender por qué su familia y sobre todo su
padre, Javier
de Borbón-Parma,
expulsado de España por Franco en
plena Guerra Civil por oponerse al Decreto de Unificación, habían
impulsado el llamado “periodo colaboracionista”, una década,
entre mediados de los 50 y mediados de los 60 del pasado siglo, en la
que la entonces Comunión Tradicionalista se acercó al régimen
franquista y gozó de cierta tolerancia para organizar actividades
políticas.
En resumidas
cuentas y según sus explicaciones, la dictadura estaba contando,
debido a la Guerra Fría, con una creciente aceptación internacional
por parte no solo de EEUU sino también de las principales potencias
europeas, por lo que el régimen franquista no hacía más que
consolidarse.
Por
lo tanto, el carlismo no podía seguir con la estrategia de oposición
frontal que Manuel
Fal Conde mantenía
desde la Guerra Civil y era necesario adaptarse a la nueva realidad,
aprovechando las posibilidades legales que permitía la apertura a
Europa de los gobiernos tecnócratas. Esta era la razón, afirmaba,
por la que Fal Conde había sido sustituido al frente del carlismo
por José
María Valiente.
Durante su intervención en el acto de Montejurra de 1969
En su opinión
y a diferencia de Valiente, convencido partidario del ese
acercamiento a Franco, para ella se trataba de una “colaboración
táctica” porque su familia, heredera de los derechos al trono de
acuerdo con este movimiento legitimista, no podía olvidar el trato
recibido por Franco, comenzando por la expulsión de su padre en
plena Guerra Civil por oponerse al Decreto de Unificación.
Tampoco podían
olvidar su consentimiento a los nazis cuando "Don Javier"
fue detenido por la Gestapo y enviado al campo de exterminio de
Dachau acusado de colaborar con los maquis que actuaban en la región
de Allier. Estuvo a punto de morir por una grave infección y fue
liberado por tropas norteamericanas en 1945 cuando las SS se
disponían ya a ejecutarle junto a otras destacadas personalidades
religiosas y políticas europeas.
María
Teresa, también conocida como la “Princesa
Roja”,
había nacido en París el año 1933 y, cuando el coronavirus se la
llevó el pasado 26 de marzo a los 86 años de edad, conservaba un
buen aspecto físico y una mente lúcida que todavía le permitían
participar en actos públicos.
Entre
los últimos, destacan el celebrado en Irache (Navarra) el año 2016
con motivo del 40 aniversario de los “sucesos
de Montejurra”,
en los que fueron asesinados por comandos de extrema derecha Aniano
Jiménez Santos y Ricardo
García Pellejero,
o el homenaje que se hizo un año más tarde en Puente la Reina
a Feliciano
Vélez,
alcalde de esta localidad navarra durante tres legislaturas.
María
Teresa era una persona de trato encantador y con un elevado nivel
intelectual. Se había doctorado en Ciencias Políticas por la
Universidad de la Sorbona y estaba vinculada a la Complutense de
Madrid por sus estudios sobre la organización política de los
países musulmanes, especialmente en la región del Magreb, tema
sobre el que había publicado El
Magreb, nuestro Poniente Próximo (1994)
y Desde
Tánger, la transición que viene (1999).
Mucho
antes, había escrito El
momento político español, cargado de utopías,
editado por Cuadernos para el Diálogo y prologado por José
Luís López Aranguren el
año 1977 y La
clarificación ideológica del Partido Carlista,
el año 1979.
La "Princesa Roja" colocando el año 2016 un ramo de flores donde fueron asesinados Aniano y Ricardo el año 1976. / M. M.
Pero,
sobre todo, la “Princesa Roja” era conocida por haber prestado un
decidido apoyo a su hermano Carlos
Hugo en
el giro político que la línea mayoritaria del carlismo dio durante
los años sesenta, pasando de posiciones conservadoras e integristas
a otras progresistas y claramente de izquierdas, que, según
reconocía, tenían mucho que ver con la apertura de la Iglesia
liderada por Pablo VI con el Concilio Vaticano II.
Fueron años
de gran actividad pública en las regiones donde el movimiento
legitimista todavía conservaba una significativa presencia y apoyo
popular, de forma muy especial en Navarra, hasta que, junto con el
resto de su familia, fue de nuevo expulsada de España por orden de
Franco en diciembre de 1968.
Al año
siguiente, burlaba a la Policía y cruzaba clandestinamente la
frontera para participar en la concentración de Montejurra, que
todos los años se celebra en las proximidades de Estella
conmemorando la batalla homónima de 1873, en la que varios miles de
voluntarios derrotaron a un Ejército muy superior dirigido y armado
por militares profesionales.
En ese acto se
dirigió a una multitud integrada por miles de seguidores que habían
subido a la cumbre de la montaña (1.042 metros), proclamando
que era la hora del compromiso y la responsabilidad política, de una
“fuerza constructiva al servicio de un gran ideal”, que allí
estaba “la España que no quiere resignarse al futuro sino hacerlo”
y, dirigiéndose al régimen, le recordaba que “contra esta hora no
pueden hacer nada” porque “mañana engendrará un futuro libre,
de justicia, fraternidad y paz”.
También
en el exilio participó en congresos internacionales de la oposición
democrática, como el de Bruselas en abril de 1973, al que también
acudía el profesor y después alcalde de Madrid Enrique
Tierno Galván,
con quien abandonó la sala en protesta por unas palabras de Willy
Brandt condescendientes
con el régimen, o el Congreso Mundial de la Paz celebrado en Moscú
durante el mes de octubre. Un año más tarde representaría en la
Junta Democrática al Partido
Carlista,
uno de los grupos fundadores el año 1986, igualmente de la mano del
Partido Comunista, de la coalición Izquierda Unida.