Remunicipalización: el caso de las ciudades progresistas que dieron marcha atrás al dogma neoliberal
Dan Hancox THEGUARDIAN 19/01/2020
Revertir las privatizaciones es un movimiento local pero también un fenómeno global, con ayuntamientos progresistas de todo el mundo aplicándolo en sus ciudades
Su objetivo es aumentar la participación en la toma de decisiones, impulsar la democracia local, la energía ciudadana, y hacer que los servicios sean más justos y accesibles
En 2015, la revista Global Water Intelligence publicó un llamativo editorial que llevaba por título 'Exorcismo a la palabra que empieza por R'. La revista, dedicada a las empresas de agua, denunciaba la "farsa" de permitir que "la propaganda mal documentada de un par de ONG" interfiriera en los intereses del sector privado en el negocio. ¿Y cuál era esa palabra impronunciable, capaz de provocar una reacción tan defensiva? 'Remunicipalización'. O lo que es lo mismo: que las autoridades locales recuperen la propiedad de bienes y servicios privatizados.
La revista defendía que "era posible que personas informadas con responsabilidades en el sector se tomaran en serio" esta peligrosa idea, debido a todos los "argumentos válidos y racionales que respaldan la participación del sector privado" en el suministro de agua. El artículo no lo decía, pero estaba implícito en su ataque: en la batalla por la propiedad del agua, el sector privado parece estar retrocediendo. Solo en Francia se han producido al menos 110 remunicipalizaciones en servicios de agua y saneamiento desde el año 2000. Más de 1.400 remunicipalizaciones desde el 2000 Los beneficios de la remunicipalización se dividen en dos grandes categorías. En primer lugar, sirven para corregir lo que no funcionaba en las ciudades tras décadas de privatización, explotación de beneficios y generación de desperdicios. En segundo, para forjar un nuevo sentido del bien público. Según Cat Hobbs, de la organización de Oxford We Own It [Nos pertenece], "la privatización y la subcontratación de los últimos 30 o 40 años han fracasado": "Tiende a costarnos más, recibimos peores servicios, tenemos menos control sobre ellos, y tienen menos responsabilidad democrática frente a nosotros, los ciudadanos", explica. En su opinión, también es "una cuestión moral". "A menudo hablamos de monopolios naturales como el agua, donde la competencia no tiene sentido y donde el mercado no debe entrar. Cuando decimos que hay que poner a la gente por delante de los beneficios, todo el mundo lo entiende", indica. La alternativa, apunta, es un sistema en el que la propiedad pública local proporcione a las comunidades mejores trabajos y más estables, priorizando la sostenibilidad antes que los dividendos para accionistas. Desde la asistencia social hasta las bibliotecas o la recogida de basura, la privatización ha reducido estos servicios hasta la médula. Un fenómeno global La remunicipalización es un movimiento local pero también un fenómeno global, con ayuntamientos progresistas de todo el mundo intercambiando mejores prácticas así como ideas radicalmente nuevas. Hasta que llegó la crisis financiera mundial de 2008 y resquebrajó la idea de que el sector privado era la mejor opción posible para las ciudades. Es revelador que la primera respuesta política a la crisis comenzara en 2011 con el movimiento Occupy en espacios públicos de ciudades como Atenas, Madrid, Londres y Nueva York. Estos 'movimientos de las plazas' pronto encontraron su expresión política a nivel nacional en partidos nuevos como Podemos y como Syriza, o en el ascenso de políticos como Bernie Sanders y Jeremy Corbyn. No es casualidad que los mayores éxitos se hayan dado en las ciudades donde comenzaron: la recuperación de bienes públicos se ha hecho en ayuntamientos con gobiernos que vienen de esos movimientos en la calle. En 2015 llegaron al poder las nuevas "plataformas municipales" a las ciudades de Barcelona, Madrid, Cádiz y Valencia. Según Sol Trumbo, especialista en remunicipalización del centro de estudios TNI, este tipo de acción local "es la mejor manera de concretar la necesidad de defender los servicios públicos". En su opinión, centrarse en las posibilidades de cambio a nivel municipal tiene varias ventajas estratégicas, especialmente para los partidos de izquierda. "Si uno se enfrenta al pensamiento y los dogmas neoliberales, es mucho más difícil encontrar una posición clara sobre asuntos tan complejos como la pertenencia a la UE o a la OTAN", sostiene. "Pero si tu debate político gira en torno a preguntas sobre si hay suficientes parques, si funciona o no el transporte público o si hay demasiados coches en las calles, las preguntas son realmente tangibles y cercanas a la gente, por lo que es más fácil para los políticos progresistas dar respuesta". Los temas deberían ser aún más cercanos. La remunicipalización no es simplemente una complicada transferencia de activos que pasan de propiedad privada a pública, un cambio de papeles que para el común de los ciudadanos pasa inadvertido. Por el contrario, su objetivo es aumentar la participación en la toma de decisiones, impulsar la democracia local y la energía ciudadana, y hacer que los servicios sean más justos y accesibles. Texto completo: EL DIARIO.ES
La revista defendía que "era posible que personas informadas con responsabilidades en el sector se tomaran en serio" esta peligrosa idea, debido a todos los "argumentos válidos y racionales que respaldan la participación del sector privado" en el suministro de agua. El artículo no lo decía, pero estaba implícito en su ataque: en la batalla por la propiedad del agua, el sector privado parece estar retrocediendo. Solo en Francia se han producido al menos 110 remunicipalizaciones en servicios de agua y saneamiento desde el año 2000. Más de 1.400 remunicipalizaciones desde el 2000 Los beneficios de la remunicipalización se dividen en dos grandes categorías. En primer lugar, sirven para corregir lo que no funcionaba en las ciudades tras décadas de privatización, explotación de beneficios y generación de desperdicios. En segundo, para forjar un nuevo sentido del bien público. Según Cat Hobbs, de la organización de Oxford We Own It [Nos pertenece], "la privatización y la subcontratación de los últimos 30 o 40 años han fracasado": "Tiende a costarnos más, recibimos peores servicios, tenemos menos control sobre ellos, y tienen menos responsabilidad democrática frente a nosotros, los ciudadanos", explica. En su opinión, también es "una cuestión moral". "A menudo hablamos de monopolios naturales como el agua, donde la competencia no tiene sentido y donde el mercado no debe entrar. Cuando decimos que hay que poner a la gente por delante de los beneficios, todo el mundo lo entiende", indica. La alternativa, apunta, es un sistema en el que la propiedad pública local proporcione a las comunidades mejores trabajos y más estables, priorizando la sostenibilidad antes que los dividendos para accionistas. Desde la asistencia social hasta las bibliotecas o la recogida de basura, la privatización ha reducido estos servicios hasta la médula. Un fenómeno global La remunicipalización es un movimiento local pero también un fenómeno global, con ayuntamientos progresistas de todo el mundo intercambiando mejores prácticas así como ideas radicalmente nuevas. Hasta que llegó la crisis financiera mundial de 2008 y resquebrajó la idea de que el sector privado era la mejor opción posible para las ciudades. Es revelador que la primera respuesta política a la crisis comenzara en 2011 con el movimiento Occupy en espacios públicos de ciudades como Atenas, Madrid, Londres y Nueva York. Estos 'movimientos de las plazas' pronto encontraron su expresión política a nivel nacional en partidos nuevos como Podemos y como Syriza, o en el ascenso de políticos como Bernie Sanders y Jeremy Corbyn. No es casualidad que los mayores éxitos se hayan dado en las ciudades donde comenzaron: la recuperación de bienes públicos se ha hecho en ayuntamientos con gobiernos que vienen de esos movimientos en la calle. En 2015 llegaron al poder las nuevas "plataformas municipales" a las ciudades de Barcelona, Madrid, Cádiz y Valencia. Según Sol Trumbo, especialista en remunicipalización del centro de estudios TNI, este tipo de acción local "es la mejor manera de concretar la necesidad de defender los servicios públicos". En su opinión, centrarse en las posibilidades de cambio a nivel municipal tiene varias ventajas estratégicas, especialmente para los partidos de izquierda. "Si uno se enfrenta al pensamiento y los dogmas neoliberales, es mucho más difícil encontrar una posición clara sobre asuntos tan complejos como la pertenencia a la UE o a la OTAN", sostiene. "Pero si tu debate político gira en torno a preguntas sobre si hay suficientes parques, si funciona o no el transporte público o si hay demasiados coches en las calles, las preguntas son realmente tangibles y cercanas a la gente, por lo que es más fácil para los políticos progresistas dar respuesta". Los temas deberían ser aún más cercanos. La remunicipalización no es simplemente una complicada transferencia de activos que pasan de propiedad privada a pública, un cambio de papeles que para el común de los ciudadanos pasa inadvertido. Por el contrario, su objetivo es aumentar la participación en la toma de decisiones, impulsar la democracia local y la energía ciudadana, y hacer que los servicios sean más justos y accesibles. Texto completo: EL DIARIO.ES