EL DIARIO.ES
Autor: JAVIER PÉREZ ROYO
Nuestro mayor desequilibrio en la distribución de la riqueza y su impacto en el ejercicio de derechos fundamentales básicos como la educación o la sanidad es el talón de Aquiles de la sociedad española para hacer frente a la crisis de la COVID-19
El
pasado 18 de junio el profesor Tim Wu publicó en el New York Times
un artículo con el título 'How to Avoid a Rich Man’s Recovery',
en el que sostenía la tesis de que el Gobierno Federal presidido por
Donald Trump había puesto en marcha un programa, en el que,
aparentemente, se estaba protegiendo a todo el mundo. Pero con una
diferencia "clave" entre la protección que se dispensa a
las grandes empresas y la que se proporciona a las medianas y
pequeñas, así como a los trabajadores.
A
las grandes empresas, las diversas medidas que contempla el programa
les proporciona "seguridad". No un simple alivio en el
presente, sino una garantía de supervivencia en el futuro. No unas
medidas de ayuda, sino una "póliza".
Para
las medianas y pequeñas empresas y para los trabajadores, se
contemplan unas medidas de apoyo en el presente, pero con un
horizonte de "inseguridad" en el medio y largo plazo. No
hay previsión de que el seguro de desempleo se prolongue hasta que
se recupere el empleo, ni mucho menos la posibilidad de una "renta
básica universal".
En
cierta medida se está reproduciendo en 2020 la respuesta a la crisis
de 2008, aunque con una apariencia distinta. Cuando se analiza
detenidamente, el programa del Gobierno Federal puede parecer
neutral, dice el profesor Wu, pero está enormemente descompensado a
favor de las rentas más altas. La crisis de la COVID-19 puede acabar
conduciendo a una todavía mayor concentración de la riqueza en la
cúspide de la sociedad americana de la que ya se produjo tras la
crisis de 2008.
¿Podrá
ocurrir en la Unión Europea algo similar? ¿Se puede acabar
reproduciendo una salida similar a la de la crisis de 2008? ¿Se
puede volver a reproducir el "rescate" de los poderosos y
el abandono a su suerte de todos los demás?
Es
verdad que la respuesta inicial está siendo en 2020 muy distinta a
la de 2009, pero también estamos viendo cómo la fortuna de las
personas más ricas se ha incrementado notablemente en estos primeros
tres meses de la pandemia, tanto en los Estados Unidos como en los
diversos países europeos y concretamente en España, mientras que se
está produciendo un empobrecimiento generalizado del resto de la
población. Los países son más pobres hoy que hace tres meses, pero
no todos los ciudadanos son más pobres. Algunos son más ricos,
incluso notablemente más ricos. En España se ha aprobado el ingreso
mínimo vital, que ha supuesto un avance histórico en nuestro
sistema de protección social, pero las dificultades con la
prolongación de los ERTE más allá de la fecha inicialmente
prevista ya nos están indicando que el horizonte se oscurece para
los trabajadores.
El
binomio entre "seguridad" para unos pocos e "inseguridad"
para la inmensa mayoría es lo que tiene que ser abordado y excluido
en la salida de esta crisis. Es un binomio que solo puede se abordado
a "escala europea", ya que, como dijo Angela Merkel tras
entrevistarse con Emmanuel Macron y hacer la primer propuesta de un
proyecto a escala europea, "el Estado nación solo no tiene
futuro". Ni el alemán ni ninguno. O hay una respuesta europea
para todos, o no habrá respuesta para nadie.
Ahora
bien, ello no quiere decir que la respuesta pueda ser exclusivamente
europea. Ningún Estado puede esperar que la Unión Europea "le
saque las castañas del fuego". Cada uno tendrá que sacárselas
por sí mismo. Con la protección que proporciona el marco europeo,
pero haciendo el esfuerzo en el interior del propio país para
conseguirlo.
Y
en este sentido es claro que España va a tener que hacer un esfuerzo
superior al que van a tener que hacer otros países europeos. El
desequilibrio en la distribución de la renta, el desequilibrio en la
presión fiscal, en la protección de la salud o en el ejercicio del
derecho a la educación, como hemos podido comprobar desgraciadamente
en la crisis desatada por la COVID-19, no son problemas que nos pueda
resolver la Unión Europea. Tendremos que resolverlos nosotros.
El
binomio entre seguridad para los menos e inseguridad para la mayoría
se ha expresado en España con una intensidad extraordinaria. Este es
el talón de Aquiles de nuestro país en este momento. Es lo que nos
debilita en la negociación con los demás países en el interior de
la Unión Europea. Y es lo que tenemos que corregir en el proyecto de
reconstrucción que necesariamente vamos a tener que acometer en los
próximos meses y años. España tiene que mirar hacia fuera, pero
también tiene que mirar hacia dentro. Diría que tiene que mirar,
sobre todo, hacia dentro.
El
clima político no parece favorecer esta mirada introspectiva, sino
todo lo contrario. Pero "a la fuerza ahorcan", dice el
refrán. Tal vez sea la oportunidad que acabe suponiendo la crisis de
la COVID-19. Solamente lo podremos hacer en el marco de un proyecto
europeo, pero lo tendremos que hacer nosotros. El marco europeo nos
da la posibilidad de poder intentarlo, pero no nos garantiza que
tengamos éxito.